Para Lisa no fue necesario buscar una casa antigua para reformar: ya tenía una.
La casa, situada en la zona boscosa de Suecia, en Småland, formaba parte del patrimonio familiar de su marido. Fue construida en 1912 y la abuela de su marido pasó temporadas aquí cuando era niña, por lo que guardaban buenos recuerdos de la casa.
Tras la muerte del anciano que vivía aquí, el padre del marido de Lisa adquirió la casa y el terreno circundante. Desde entonces, su marido, que en aquel momento era su prometido, soñaba con restaurarla.

Cuando Lisa vio la casa por primera vez en verano, parecía abandonada: la pintura estaba descolorida, el jardín estaba cubierto de maleza y la casa necesitaba claramente un poco de cuidado. Sin embargo, Lisa quedó encantada con sus pisos antiguos, las puertas dobles originales, las habitaciones espaciosas y las chimeneas.
A pesar de su juventud, ambos soñaban con restaurar esta casa. Se enamoraron tanto de ella que decidieron comprarla. En el otoño de 2016, tras recibir un préstamo, la joven pareja se convirtió en propietaria de la casa. Estaban empezando su carrera y no tenían muchos ahorros, así que hicieron las reparaciones a mano, utilizando los recursos que tenían a su disposición.
Trabajaban en la casa todos los fines de semana e incluso después de su trabajo principal. Este proyecto era tan importante para ellos que renunciaron a las vacaciones en el extranjero y a las compras costosas, invirtiendo todo su dinero en la restauración. Al mismo tiempo, sus familiares también los apoyaron tanto como pudieron.
Aprendieron todos los aspectos de la renovación desde cero: cómo reemplazar ventanas, realizar acabados exteriores, instalar tuberías, reemplazar accesorios de plomería, colocar azulejos y renovar una cocina. Incluso el simple proceso de pintar muebles era nuevo para ellos.
Este proceso duró más de dos años, y durante los últimos 9 meses Lisa estuvo esperando un hijo.
El objetivo principal era conservar el espíritu histórico de la casa y, al mismo tiempo, ofrecer comodidades modernas. Por eso, eligieron ventanas de madera de estilo antiguo, restauraron chimeneas y renovaron el porche protegiéndolo con aceite.
El interior de la casa es una armonía entre el estilo rural sueco y el elegante estilo francés. Para amueblar el espacio se eligieron muebles de segunda mano de alta calidad, guiándose por el principio de calidad desde hace mucho tiempo.
En la primavera de 2019, Lisa, su marido y su hija recién nacida se mudaron a la casa. Aunque no se habían terminado todas las obras, la casa estaba lista para ser habitada.
La casa todavía está en construcción. Muchas tareas, especialmente las relacionadas con el jardín y otras construcciones de la propiedad, siguen sin terminar. Sin embargo, para la familia, esto no es una carga, sino un proyecto sin fin que brinda alegría.
Para Lisa y su familia, esta casa es un sueño hecho realidad y un lugar donde planean criar a sus hijos.
Al mirar las fotos de esta casa, es difícil no apreciar el esfuerzo y el cuidado que se puso en ella.