La cantante británica concluyó su impresionante residencia en Las Vegas con una confesión inesperada. Adele, de 36 años, admitió que su decisión de actuar en una ciudad fue impulsada por su deseo de mantener una vida normal para su hijo de 12 años, Angelo.
“Elegí la residencia, tal vez porque odio las giras. Quería que su vida siguiera siendo normal. Y lo hice. Ahora puedo estar con él los fines de semana porque no siempre puede viajar conmigo”, dijo abiertamente Adele en el escenario. La cantante de Rolling in the Deep agradeció a su hijo por su paciencia. “Te amo muchísimo. Gracias por tu comprensión”, dijo con lágrimas en los ojos.
En el concierto, recibió el apoyo de sus seres queridos: su prometido Rich Paul y Angelo, a quien Adele cría con su exmarido Simon Konecki. La cantante reconoció efusivamente la contribución de Rich a su éxito. “Siempre me levantó el ánimo y me hizo sentir que podía hacer lo que quisiera”, dijo Adele. Admitió que hubo días en los que se sintió “demasiado cansada” o “emocionalmente agotada”, pero el apoyo de su ser querido la ayudó a seguir adelante.
Durante la actuación de despedida, Adele se mostró más sincera que nunca. Entre sorbos de vino y bromas, confesó que no sabía qué vendría después. “No tengo planes. Probablemente sólo iré a beber durante el día”, dijo la artista, que añadió que no sabía cuándo volvería a los escenarios ni lanzaría nueva música. “Es hora de un nuevo capítulo en mi vida”, anunció la ganadora de 16 premios Grammy ante los cientos de espectadores.
La música también ha sido un reto doloroso para la estrella británica: tras varias actuaciones, Adele contrajo una grave infección. Sin embargo, señaló que no quería compartir los detalles de su vida privada con el público, por lo que no reveló la fecha de su boda con Rich Paul. La pareja lleva junta tres años.
