Miss América en 1955 y ahora lucha contra la misma enfermedad que su hija: una transformación desgarradora

Lee Meriwether, quien conquistó el corazón de Estados Unidos como Miss América en 1955 y luego deslumbró a los espectadores de Hollywood durante décadas, ha llevado una vida llena de glamour y dificultades. Más allá del brillo y la fama, su trayectoria ha estado marcada por un profundo amor, desafíos personales y un espíritu inquebrantable.

Criada en Phoenix como hija de un contable, Lee nunca esperó que una decisión espontánea la catapultara al reconocimiento nacional. Mientras estudiaba teatro en la universidad, una amiga la animó a participar en un concurso de belleza local, lo que la llevó a ganar el título de Miss América en 1955. A pesar de la fama, Lee siguió decidida a dedicarse a la actuación, e incluso utilizó su talento para un monólogo dramático para ganar la corona.

 

Durante su reinado, se convirtió en la primera Miss América en ser cantada con la canción “There She Is, Miss America” de Bert Parks. Su año estuvo lleno de experiencias extraordinarias, entre ellas, ganar más de 60.000 dólares en premios y conocer a figuras de alto perfil como Juan Perón. Aunque salió con la leyenda del béisbol Joe DiMaggio, sus relaciones fueron supervisadas de cerca por su madre y el periodista Walter Winchell. Lee era consciente de que el título conllevaba estereotipos, pero estaba ansiosa por demostrar que las reinas de belleza eran más que una cara bonita.

Poco después, se unió a The Today Show como panelista habitual, lo que ayudó a lanzar su carrera televisiva. También utilizó los fondos de su beca para estudiar interpretación con Lee Strasberg, perfeccionando su técnica en interpretación, canto y esgrima. Su rápido ascenso en Hollywood la vio asumir papeles icónicos, como Catwoman en Batman y actuaciones en Angel in My Pocket y The Undefeated .

 

En 1958, se casó con el actor Frank Aletter y tuvo dos hijos, Kyle y Lesley. Aunque su matrimonio terminó en divorcio en 1973, Lee siguió participando activamente en la vida de sus hijos. Kyle más tarde siguió sus pasos e incluso actuó junto a Lee, mientras que Lesley siguió una carrera como doble de riesgo. El amor compartido de la familia por el escenario llevó a apariciones en Circus of the Stars , mostrando su espíritu aventurero.

En 1986, Lee se casó con el actor Marshall Borden y su amor por el teatro fortaleció su vínculo. Continuaron actuando juntos, lo que hizo que su relación fuera tanto personal como profesional.

Sin embargo, la vida de Lee dio un giro trágico cuando a ella y a su hija Kyle les diagnosticaron la enfermedad de Alzheimer. Kyle, que ya había afrontado numerosos problemas de salud, se mantuvo optimista y se dedicó a apoyar a su madre durante ese momento difícil. A pesar de su sentido del humor y su fortaleza, Kyle finalmente sucumbió a la enfermedad, dejando a su madre devastada. El dolor de Lee se vio agravado por la pérdida, pero prometió seguir compartiendo su historia.

  

Incluso después de la muerte de Kyle, Lee se mantuvo activa. Trabajó en una autobiografía, From the Boardwalk to the Catwalk , y continuó realizando su espectáculo unipersonal, The Women of Spoon River . A sus setenta años, todavía hacía audiciones para papeles y seguía siendo apasionada por su oficio. Conocida por su belleza atemporal y actitud optimista, Lee atribuye su apariencia juvenil a los buenos genes, el pensamiento positivo y mantenerse físicamente activa.

Además de su carrera, Lee se ha dedicado a numerosas causas humanitarias, entre ellas la Sociedad Estadounidense del Cáncer, la Fundación para la Fibrosis Quística y Ability First. Su compasión también se extendió a los animales, ya que apoyó a Actors and Others for Animals.

  

A pesar de todo, el papel más preciado de Lee ha sido el de abuela. Su resiliencia, gracia y fortaleza la han convertido en una figura querida. Los usuarios de las redes sociales comentan con regularidad su perdurable belleza y señalan que sigue siendo una «belleza americana clásica» incluso a los 89 años.

La notable vida de Lee Meriwether es un testimonio de su tenacidad, amor y dedicación inquebrantable, ya sea en su carrera profesional, sus desafíos personales o sus iniciativas benéficas. Su legado es de fortaleza, elegancia y una vida plena.

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