Esta vieja mesa, aunque parecía bastante decente por fuera, había estado en el patio durante muchos años, sirviendo más como decoración de jardín que como mueble funcional.
Con el tiempo y la exposición a los elementos, mostró signos de desgaste: la madera se oscureció, se agrietó en algunos lugares y el barniz se desgastó.
Al darme cuenta de que incluso los tipos de madera más resistentes se deterioran con el tiempo, decidí darle a la mesa una segunda vida.
Decidí no cambiar su estructura —seguía siendo robusta—, pero la superficie requería atención. Primero, lijé la mesa con cuidado, eliminando el barniz viejo y alisando cualquier imperfección. Luego, apliqué una nueva capa de barniz para protegerla de la humedad y los cambios de temperatura.
Elegí el blanco como color: aporta frescura y se integra armoniosamente con el ambiente del jardín. Apliqué dos capas de pintura para asegurar un acabado uniforme y crear el efecto de muebles modernos.
Ahora, esta mesa ocupa un lugar especial en el jardín, convirtiéndose en un rincón acogedor para reuniones nocturnas y picnics con amigos. Gracias a su nuevo diseño, no solo ha conservado su función, sino que también se ha convertido en una auténtica decoración de nuestro jardín.