Jeanne Louise Calment, reconocida como la persona más longeva del mundo, vivió la extraordinaria cifra de 122 años y 164 días, falleciendo en 1997. Sin embargo, a lo largo de los años han surgido dudas sobre su verdadera identidad, y algunos sugieren que podría haber sido su hija, Yvonne. Esta teoría, que afirma que se trató de un engaño en la década de 1930 para evadir el pago de impuestos de sucesiones, sigue generando debate entre historiadores y científicos.
Nacida en 1875 en Arlés, Francia, Jeanne provenía de una respetada familia burguesa. Se casó con su primo tercero, Fernand Nicolas, a los 21 años, y llevó una vida cómoda, llena de viajes, deportes y cultura. Tuvo una hija, Yvonne, quien falleció trágicamente en 1932, seguida del fallecimiento de su esposo una década después. A pesar de estas pérdidas, Jeanne se centró en la crianza de su nieto, Frédéric, quien falleció en un accidente automovilístico en 1963.
En sus últimos años, Jeanne llegó a un acuerdo financiero inusual con el abogado François Raffray: vendió su apartamento a plazos hasta su muerte. Lo sobrevivió varias décadas, cobrando durante 32 años. Famosa por su humor y su estilo de vida poco convencional, Jeanne siguió disfrutando del vino, los cigarrillos y el chocolate hasta bien entrados los 100 años. Se mantuvo físicamente activa, montando en bicicleta y haciendo gimnasia hasta bien entrados los 100. Incluso a los 109 años, tras un incendio en la cocina, se mudó a una residencia de ancianos, pero mantuvo su ingenio y agudeza.
A los 113 años, Jeanne se convirtió en la persona viva de mayor edad, título que perdió brevemente en 1989, pero que recuperó en 1991, y que conservó hasta su muerte. Se convirtió en un símbolo de longevidad, inspirando documentales e incluso grabando un álbum musical. Incluso tras sufrir una fractura de cadera a los 115 años, impresionó a los investigadores con su agilidad mental, resolviendo problemas matemáticos y recitando poesía. A su muerte en 1997, fue celebrada como «la abuela de toda Francia».
Sin embargo, en 2018, investigadores rusos pusieron en duda la autenticidad de la edad de Jeanne. El geriatra Valery Novoselov y el matemático Nikolai Zak afirmaron que Jeanne falleció en 1934 y que su hija Yvonne asumió su identidad. Citaron como prueba inconsistencias en fotos, resultados de pruebas cognitivas y las propias declaraciones de Jeanne. No obstante, investigadores franceses, incluido Jean-Marie Robine, han desestimado estas afirmaciones por infundadas, argumentando que tal engaño sería insostenible. A día de hoy, el misterio de Jeanne Louise Calment sigue sin resolverse, y las autoridades se niegan a exhumar sus restos para obtener pruebas concluyentes.