¿Cómo luce ahora la estrella de Hollywood de los años 60 que abandonó su carrera para cuidar a su marido enfermo?

La legendaria actriz pelirroja, famosa por sus dramáticas transformaciones, conquistó corazones con su notable talento y su cautivador encanto durante la vibrante década de 1960. Desde sus modestos comienzos en Suecia hasta su brillante carrera en Hollywood, se convirtió en una de las estrellas más icónicas de su tiempo.

Su trayectoria, sin embargo, no se limitó a la fama y el éxito. También fue una historia de amor, fuerza y ​​sacrificio personal. Criada en un pequeño pueblo sueco, su infancia estuvo impregnada de música. «Desde los cuatro años, cantaba canciones suecas con mi madre», recuerda con cariño.

Compartió recuerdos de su animado hogar, diciendo: «Vivíamos con mi abuela y mi tío, que era acordeonista. ¡Era una casa llena de música!». Creía que aquellos primeros años sentaron las bases de su pasión por la música, que duraría toda la vida. «Mi primer recuerdo musical está ligado al acordeón durante la Segunda Guerra Mundial. Las canciones de aquella época eran simplemente hermosas».

En pantalla, su química con Elvis Presley era electrizante, y su rumoreado romance era igualmente cautivador. A pesar de que su vínculo fuera de la pantalla era objeto de mucha especulación, ella mantenía una conexión especial con él, diciendo: «Todos saben lo mucho que significaba para mí y la privacidad de nuestra amistad».

 

Si bien disfrutó de un inmenso éxito profesional, los desafíos personales también marcaron su vida, en particular su lucha por ser madre. Tras 13 años intentando concebir, alcanzó una aceptación pacífica. «Si está destinado a ser, sucederá», reflexionó. «Confío en que un poder superior sabe qué es lo mejor para mí».

Tras el fallecimiento de su esposo, Ann-Margret ha mantenido una estrecha relación con sus hijos y nietos. «Su hijastra Tracey y sus hijastros Jordan y Dallas la adoran», reveló una fuente cercana. «Es una abuela cariñosa y se mantiene en contacto con sus familias mediante visitas y videollamadas».

 

Hoy, Ann-Margret sigue encarnando la gracia y la resiliencia. Al reflexionar sobre su vida, compartió: «Estoy en la casa que compramos en 1968. Brilla el sol y contemplo la piscina. Me siento feliz». Aunque ya no tiene a su gran amor a su lado, atesora los recuerdos que crearon juntos y la felicidad que encontraron en la vida que construyeron.

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