La maternidad siempre ha sido una de las experiencias más especiales y significativas de la historia de la humanidad. Es un viaje que transforma la vida y que puede ser una sorpresa o el resultado de años de espera esperanzada. Independientemente de cómo suceda, la maternidad se considera universalmente una bendición.
Nunca sabemos realmente cuándo tendremos hijos. Mientras que algunas mujeres se convierten en madres a una edad temprana, otras esperan más. Desafortunadamente, algunas no pueden tener hijos debido a diversas dificultades. Sin embargo, no hay una forma correcta o incorrecta de vivir la maternidad: la trayectoria de cada hijo y de cada madre merece reconocimiento y respeto.
La historia de María del Carmen Bousada de Lara es un ejemplo de una trayectoria que superó las expectativas. María, quien acaparó titulares como la madre de mayor edad del mundo, enfrentó fuertes críticas y juicios por el momento de su maternidad.
María, que entonces tenía 66 años, sorprendió a todos al revelar que estaba embarazada de gemelos. Su familia, en particular, quedó atónita, sobre todo porque María ya había superado con creces la edad típica de la maternidad.
En 2006, María estableció un récord mundial al dar a luz a los gemelos Christian y Pau, a la edad de 66 años y 358 días. Para financiar los tratamientos de FIV, María vendió su casa, llegando incluso a mentir sobre su edad, afirmando tener 55 años para engañar a los médicos de una clínica de fertilidad en California.
La decisión de María no fue bien recibida por todos, especialmente por su familia. La criticaron por egoísta, e incluso les ocultó su embarazo durante un tiempo. Cuando finalmente se lo contó, al principio pensaron que era una broma.
A pesar de las críticas, María se mantuvo firme en su convicción de que las mujeres deberían tener la libertad de decidir cuándo tener hijos. Explicó que las circunstancias de la vida a veces nos obligan a tomar decisiones difíciles y que, para ella, esta era la única manera de alcanzar su anhelado sueño de ser madre.
Lamentablemente, María falleció en 2009, pocos años después de dar a luz a sus gemelos, tras ser diagnosticada con cáncer de ovario. No vivió lo suficiente para ver a sus hijos crecer hasta la edad adulta. Al momento de su diagnóstico, comentó que aún no les había contado a sus hijos pequeños sobre su enfermedad.
Su familia, inicialmente crítica, intervino para ayudar a criar a Christian y Pau. Su hermano, Ricardo, lamentó que María hubiera esperado tanto tiempo para tener hijos, pero también reconoció el amor que sentían por ellos.
A pesar de su prematura muerte, quienes la conocieron, entre ellos Pilar Pinto, vecina de la zona, informaron que Christian y Pau estaban bien y crecían con salud.
La decisión de María de tener hijos a una edad tan avanzada sigue siendo motivo de debate, pero mantuvo la confianza en su decisión hasta el final de sus días. Su historia sirve como recordatorio de que toda mujer debe tener derecho a decidir cuándo y cómo quiere vivir la maternidad.
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