El protagonista del vídeo a continuación decidió hacer algo increíble: saltó de un avión, dejando su paracaídas a bordo.
Parecía que sus días estaban contados y, literalmente, en un minuto algo terrible sucedería, pero todo salió completamente mal.
Antes de saltar, el chico, junto con artesanos experimentados, desarrolló un diseño especial que supuestamente suavizaría la caída.
Pero el problema principal era que el camino hacia el trampolín pasaba por un pequeño agujero en el techo del granero, y si el temerario hubiera calculado mal aunque fuera 10 centímetros, todo podría haber acabado trágicamente…