Volar suele asociarse con experiencias placenteras y viajes emocionantes, pero no todos comparten esa sensación. Sheila Fredrick, azafata con años de experiencia gestionando situaciones difíciles con pasajeros, nunca imaginó que se encontraría con algo que cambiaría su vida. Sin embargo, eso fue exactamente lo que ocurrió en un vuelo de Seattle a San Francisco.
Cuando Sheila subió al avión, notó algo inusual: una joven rubia con ropa andrajosa estaba sentada junto a un hombre mayor vestido con ropa elegante. Al pasar, Sheila no pudo evitar la inquietante sensación que le produjo la intensa mirada de la joven.
“Mi primera impresión de la chica fue extraña. Algo no encajaba”, recordó Sheila. “La principal pista fue lo mal vestida que iba en comparación con el hombre. No me parecía bien”.
Cuando Sheila intentó hablar con el hombre, éste se puso agresivo y a la defensiva, lo que generó más sospechas de que algo andaba mal.
“Al principio, pensé que algo andaba mal”, dijo Sheila. “Era mucho mayor, más serio que la niña, y su reacción hostil ante cualquier movimiento me hizo pensar que debía actuar rápido para salvar una vida”.
Un poco más tarde, Sheila dejó un bolígrafo y papel en el baño, esperando que la niña los usara si necesitaba ayuda.
Al pasar de nuevo junto a la niña, Sheila le hizo un gesto para que usara el baño. La joven lo hizo, y cuando Sheila regresó, encontró una nota que decía: «Necesito ayuda».
Sin dudarlo, Sheila contactó a la policía, que estaba lista para arrestar al hombre cuando el avión aterrizó.
Más tarde se reveló que la niña de 14 años era víctima de trata de personas y había sido secuestrada apenas dos meses antes.
Sheila había recibido capacitación de Airline Ambassadors International, un grupo fundado por la azafata jubilada Nancy Rivard. La organización enseña a las azafatas a reconocer las señales de trata de personas, y la capacitación de Sheila la ayudó a identificarlas y a actuar cuando se encontró con la joven.