El aire estaba cargado de olor a humo y lluvia, y las cenizas cubrían la nieve. Se quedó congelado en el lugar, sosteniendo un pequeño y tembloroso gatito en sus manos temblorosas.
—Señor… ¿está bien? – Yo pregunté.
—Se han ido todos —murmuró. —La casa, las fotos, todo. Ella es todo lo que me queda.
Mi corazón se encogió. Más tarde supe que su nombre era Elías. Pidió un lugar cálido para el gatito y un poco de leche. Los llevé a mi casa, donde Elías me dijo que había encontrado a Spark en el mismo momento en que se derrumbó el techo. Ella se había convertido en su esperanza.
En los días siguientes, Elías comenzó a hablar de su difunta esposa, Clara, y poco a poco, el dolor en su corazón comenzó a aliviarse. Un día, llegó su nieta Lena, preocupada por la noticia del incendio. Se abrazaron fuertemente, sintiendo alivio. Lena se quedó a vivir con él y juntos comenzaron a reconstruir sus vidas.
Cuando los visité, la casa estaba nuevamente iluminada y llena de risas. Elías me mostró una foto de su nueva familia y dijo:
—Lo perdí todo, pero encontré aún más. Siempre hay esperanza.
La historia de Elías me enseñó que la pérdida es parte de la vida, pero lo que importa es cómo la afrontamos. Incluso en los momentos más difíciles, siempre hay algo que nos ayuda a seguir adelante.