¿Anticuado? ¡Piénsalo de nuevo! Este cambio de imagen te dejará boquiabierto (Fotos del antes y el después)

Los muebles de décadas pasadas se fabricaron para durar, y así fue. Muchos hogares aún conservan piezas vintage de los años 70 y 80 (o incluso anteriores) que han perdurado a lo largo de los años. Entre las más icónicas se encuentran las sillas clásicas de la era soviética: ligeras, resistentes y elegantemente diseñadas para ofrecer comodidad y durabilidad.

Muchas personas mayores aún se niegan a desprenderse de estas joyas. Aunque los marcos suelen estar en perfecto estado, la tapicería suele mostrar su antigüedad: desgastada, descolorida y deshilachada. Pero con un poco de creatividad y esfuerzo, estas reliquias pueden rejuvenecerse.

Mi suegra tenía dos de estas sillas. Yo ya había restaurado una, pero en lugar de usarla a menudo, la exhibía en el pasillo como si fuera un objeto preciado. Mientras tanto, seguía descansando en la destartalada silla gemela mientras veía la tele.

Decidimos que era hora de arreglar el segundo para que pudiera disfrutar de estilo y comodidad todos los días.

   

Desmontar la silla no fue fácil. La tapicería estaba firmemente fijada con pegamento de alta resistencia y clavos de acero, una clara evidencia de la seriedad con la que antiguamente se fabricaban los muebles, hechos no solo durante años, sino durante generaciones.

Tras quitar el asiento, que estaba atornillado con seis tornillos, desprendimos con cuidado el cojín de espuma. Estaba sujeto con tres clavos gruesos; esta no era una silla hecha para reparaciones rápidas.

Sorprendentemente, la espuma vieja seguía en buen estado. No se había desintegrado, solo se había aplanado y amarilleado con el tiempo. La conservamos y añadimos una capa nueva de espuma de 4 cm para mayor comodidad.

Seleccionamos una tela moderna y vibrante de 80×80 cm para revitalizar la silla. Los reposabrazos pintados de negro estaban descoloridos y manchados, así que los lijé y los repinté de un blanco impecable para lograr un contraste audaz.

Usando la tela vieja como guía, cortamos el nuevo material a la medida y lo grapamos firmemente. El marco era de madera noble, probablemente de arce, no del pino blando que se usa en muchas piezas modernas, lo que le daba una sensación de solidez.

     

Volver a montarlo todo fue más sencillo de lo esperado. En lugar de reutilizar los clavos viejos, usamos tres tornillos largos para facilitar el mantenimiento. La tela quedó bien tensa y sin arrugas, y el asiento se volvió a colocar con cuidado.

Cuando le entregamos la silla restaurada a mi suegra, se quedó sin palabras. Tardó un instante en reconocer que era el mismo asiento que había usado durante años. Pasó la mano por la tela fresca y los brazos blancos y brillantes, visiblemente conmovida.

Ahora ambas sillas se encuentran orgullosas en su sala de estar, no solo como muebles, sino como centros de mesa bellamente renovados que ella realmente usa y disfruta.

Restaurar muebles antiguos no es solo una renovación de diseño, sino una forma de revitalizar recuerdos preciados. Con un poco de paciencia e imaginación, incluso las piezas más anticuadas pueden volver a ser algo verdaderamente especial.

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